Antes que nada, lo primero que llama la atención de este libro es su poético título. Afortunadamente, casi al final de esta obra (pp. 358-359), la autora hace una pequeña y breve teoría de los títulos de los libros, la cual puede servir también para explicar el mismo título de este ensayo. Explica en esa parte que hasta antes del XIX los títulos eran escuetos y aburridos, pero es a partir de ese siglo cuando ocurre un cambio, y los autores y las casas editoriales crean o escogen títulos para llamar la atención del lector. Incluso muestra evidencia de ello (p. 359) al presentar una pertinente y larga lista de títulos de libros de diverso tipo en los que, efectivamente, corrobora lo que menciona.
Asimismo, complementa su polifonía de voces con innumerables y diversas referencias relacionadas al tema central; es decir, relacionadas con el origen, presente y futuro de la Biblioteca en Occidente. A propósito de esto último, esta complementación con referencias funciona como actualizador de su discurso y contenido. De entre los muchos ejemplos que se pueden mencionar, son las de alrededor de 23 películas de cine de todos los tiempos que van apareciendo a lo largo del ensayo. También se hace mención de innumerables escritores y directores de cine fallecidos y vivos, y novelas adaptadas a la industria cinematográfica. Aparecen, a su vez, anécdotas o experiencias de todo tipo que le ocurrieron a la autora en sus incursiones a bibliotecas en varios países. Incluso hay crítica literaria dentro de esta obra, con la crítica a la afamada Fahrenheit 451. Actualiza también Vallejo mencionando a otros críticos literarios y ensayistas. Pero, de todas estas actualizaciones, resalta la del mundo del cine por encima de las demás. Esto quizás debido a la popularidad del séptimo arte y porque se cohesiona pertinente y más precisamente al contenido del libro, sin perjuicio de las demás referencias que también colaboran para dar sentido a la obra en su conjunto.
En el transcurrir del libro, hay pinceladas de momentos sublimes y poéticos que ornamentan, al insertarse de forma magistral, su discurso ensayístico, como cuando dice: «Creo que el tatuaje es una supervivencia del pensamiento mágico, el rastro de una fe ancestral en el aura de las palabras» (p. 80).
En cuanto a la disposición o distribución de los componentes anteriormente mencionados (los actualizadores de discurso y contenido), hay dos grandes bloques: Grecia y Roma, con sus respectivos subcapítulos, lo cual es absolutamente normal en cualquier ensayo. Lo que sí llama la atención, en el sentido positivo de la palabra, son las subdivisiones (de cantidad variable) que hay entre los subcapítulos. Éstas subdivisiones están marcadas por números ordinales contínuos tanto en el bloque de Grecia como en el de Roma, y tendrían su razón de ser en el modo fragmentario del discurso en este ensayo. En efecto, aquellos componentes que actualizan el contenido del discurso y contenido aparecen de forma dispersa en cada una de estas subdivisiones. La resultante de esta forma de escritura es un ensayo antistemático o, si se quiere, anticartesiano.
Este análisis de los aspectos formales de El infinito en un junco no puede aspirar a ser medianamente completo si no va acompañado por un recorrido rápido, a grandes rasgos, por los aspectos de fondo o de contenido. Por ello a partir de este punto se hará mención de algunos de los hitos históricos más relevantes.
Esta obra es una gran odisea en el tiempo y en el espacio de la Biblioteca en Occidente. Comienza su periplo en un territorio fuera de Europa, en Alejandría, Egipto. Así, el eurocentrismo queda totalmente descartado, no solo por la cronología y el lugar, sino por los argumentos que la autora defiende en este ensayo.
Fue Alejandro, rey de los macedonios y griegos, un monarca con luces y sombras, quien soñó con una biblioteca que reuniese todo el conocimiento del mundo conocido. Su imperio iba desde Grecia, pasando por Egipto y Oriente Medio, hasta la India. Sin embargo, la muerte le llegó antes al rey y no pudo hacer realidad su sueño, y quedaron sus posesiones a merced de sus generales y oficiales que habían sido casados con princesas extranjeras para consolidar su gran reino. Era pues el sueño del Alejandro hacer de su reino un reino mestizo. Será Ptolomeo, uno de sus generales, de orígenes egipcios pero que no hablaba ese idioma porque había sido aculturado helénico, quien construirá la primera biblioteca de Alejandría.
Este libro, como se ha ido viendo en el presente artículo y más aún para los que lo han leído, está repleto de hitos históricos. Uno de los tantos que menciona Vallejo es la oralidad que aun sin ser un hito específico, sino un proceso histórico, su presencia es importantísima. Así, por medio del mensaje oral se transmiten los relatos para niños y adultos desde tiempos inmemoriales. Pero la difusión del conocimiento mediante la oralidad iba a ser transformada con la invención de los soportes alfabéticos; es decir, de los soportes o formatos aptos para la escritura, desde las tablillas, el papiro, el pergamino y el códice hasta el libro que hoy conocemos. Esta transformación ocurrirá sin desmedro de la oralidad y a favor solo de la escritura, sino que ambas coexistirán. Más adelante se tratará sobre estos nuevos formatos en el mundo antiguo.
Otro de los hitos históricos fue la contribución indirecta de Aristóteles a la Biblioteca de Alejandría, por medio de los seguidores de su escuela tales como Demetrio de Falero y Calímaco de Cirene. A ambos se les debe la invención del oficio de bibliotecario.
Según la autora, el esplendor de Alejandría tiene lugar en el siglo III a.C. Así, pues, era «la ciudad de los placeres y los libros» (Vallejo 2019: 26). De la Biblioteca de Alejandría se puede decir que es la madre de todas las bibliotecas públicas, es decir, de acceso universal, en Occidente.
La preconfiguración del libro moderno ocurrirá en el bloque dedicado a Roma con la creación del lomo del libro y que dio como resultado el códice. Todo esto en gran parte debido al empuje que le dio el cristianismo al libro por su preferencia con este objeto. La clandestinidad de los grupos cristianos (p. 325) en el Imperio Romano favoreció la difusión del formato de libro de bolsillo y se hizo popular entre aquellos primeros cristianos perseguidos por su fe. Su practicidad radicaba en que era fácil de esconder, llevar a cualquier parte y para encontrar cualquier versículo en la lectura de los evangelios o palabra de Jesucristo. Esto lo diferenciaba de la tradición judáica de leer en rollos la Toráh. Favoreció también a la lectura personal y secreta entre estas primeras comunidades de cristianos.
«las bibliotecas, las escuelas y los museos son instituciones frágiles, que no pueden sobrevivir mucho tiempo rodeadas por un entorno de violencia. En mi imaginación, la antigua Alejandría se tiñe de la tristeza de tantas personas mansas, cultas, pacíficas que se sintieron apátridas en su propia ciudad, ante el espanto, ya sin asideros, de los años de fanatismo» (p. 231).
Por último, y a modo de conclusión, como se ha visto, El infinito en un junco es un loable esfuerzo de divulgación, pues tiene muchos ingredientes en forma y contenido. Su autora bebe de las fuentes clásicas los orígenes del libro y las bibliotecas y sitúa a los lectores en la actualidad, mediante sus innumerables referencias de diverso tipo. Una vez asimilado el pasado y el presente, el lector se puede hacer una idea, por sí mismo sin intermediarios, de lo que depará el futuro. Asimismo, se desprende de este ensayo que todo lo que gira alrededor del libro, como objeto difusor de conocimiento, y de las bibliotecas, como centro neurálgico y social, son una red interconectada (p. 402). Por medio de esta gran red es posible que el libro siga funcionando como difusor de conocimiento, gracias a la labor de los bibliotecarios, los clubs de lectura y las personas anónimas que muchas veces son olvidadas pero que hacen posible que esta red siga viva.
Juan Post™
Lima, noviembre de 2021
BIBLIOGRAFÍA CITADA
Adorno, T. (2003). Notas sobre literatura ,Madrid: Akal
Barthes, R. (2007). El placer del texto y Lección inaugural, Madrid: Siglo XXI.
Clarín Cultura. (4 de diciembre de 2020). El inesperado best seller español: la gran historia de los libros. Diario Clarín. Recuperado de https://www.clarin.com/cultura/inesperado-best-seller-espanol-gran-historia-libros_0_PUtQIoqzX.html
Gurmendi, A. (2019). Conflicto Armado en el Perú, Lima: Fondo Editorial de la U. del Pacífico.
Vallejo, I. (2019). El infinito en un junco, Barcelona: Siruela









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