miércoles, 12 de agosto de 2015

El romanticismo alemán: el espíritu de la aventura contra la tiranía de la razón

El espíritu o esencia del romanticismo alemán, tiene como puntos de partida, fundamentalmente, primero, una búsqueda incesante de aventuras y, en segundo lugar, el de ser un contrapeso a la época de la razón a ultranza de los ilustrados y neoclásicos. Este movimiento artístico e intelectual alentará, entonces, la imaginación, la fantasía y los sentimientos. 

Los orígenes de esta escuela se remontan a los breves años, entre 1798 y 1800, en los que se publicaba la revista Athenäum1, dirigida por los hermanos Schlegel. Estos inicios, a su vez, se llevaron a cabo con las aportaciones teóricas de los filósofos Fichte, Schelling y Herder. Asimismo, los narradores Tieck y Wackenroder, y el poeta Novalis, contribuyeron a impulsar este movimiento artístico. Cabe señalar que además de la citada revista, también tuvo mucho que ver, en los primeros años del Romanticismo, el movimiento Sturm und drang que fue su antecedente más inmediato.

El Romanticismo, en su fase inicial, se inspiró en la visión aventurera del filósofo Johann Gottffried Herder. A este respecto, es famoso este pasaje donde demuestra tal iniciativa de salir al mundo: «Mi única intención es conocer desde más perspectivas el mundo de mi Dios»2

Cabe mencionar que en el Romanticismo el culto al genio se refiere a aquellos en quienes se personifica la libertad y desarrollan una fuerza creadora; es decir, en los llamados genios del ímpetu3. Así, pues, los literatos de esta escuela en Alemania y en Europa van a ser genios del ímpetu. En España, Larra es un claro ejemplo de ello.

En cuanto al contexto histórico, el primer Romanticismo transcurrió durante la Revolución francesa4; por esta razón hubo puntos de encuentro entre los ideales de ambos acontecimientos. Schlegel, decía que el idealismo5, uno de los pilares de la escuela romántica, coincidía con el de la Revolución. Sin embargo, poco duró esta visión idealista por parte de los románticos alemanes. Cuando esta derivó en excesos, que se reflejaron en terror y opresión en nombre supuestamente de la libertad, decidieron abandonar dichos ideales revolucionarios en el sentido ideológico y moral. Así, la razón revolucionaria se volvió opresión, y se puso en duda que el progreso traiga siempre lo mejor. En palabras del escritor y periodista alemán George Forster, quien se encontraba en Francia en el preciso momento de la Revolución, vio cómo esos ideales de libertad se fueron degenerando en injusticia: «Al mundo le espera la tiranía de la razón, quizá la más férrea de todas»6. De esta forma, los románticos se empezaron a preguntar si el verdadero progreso provendría de lo antiguo y primitivo. De tal modo que, en este nuevo escenario, se allana el camino y vuelve a gustar lo oscuro y las historias de héroes en parajes lejanos7.

Por otra parte, debemos resaltar que los románticos alemanes, por medio de la figura del filósofo Fichte, destacaron en dos aspectos cruciales en la concepción del Yo: el Yo trascendental (inconsciente) y el Yo empírico (consciente), los cuales estaban enlazados8. Muestra de esta elevación del Yo, tanto el activo como el observador, son las pinturas de Caspar David Friedrich que nos ofrecen la imagen del mundo a los pies de sus protagonistas9.

Por último, la reflexión que nos suscita esta escuela es que el Romanticismo buscaba la intensidad, y esta intensidad llevará a sus héroes o protagonistas (o incluso a sus propios autores) al sufrimiento y a la tragedia. Solo así se explica esa apelación a lo fantástico, a lo inventivo, a lo metafísico, a lo imaginario y a lo abismal.


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1 SAFRANSKI, Rudiger: Romanticismo, Barcelona, Tusquets, 2009, pág. 13
2Ibid. pág. 19
3Ibid. págs. 22-23
4Ibid. pág. 30
5Ibid. pág. 33
6Ibid. pág. 35
7Ibid. pág. 52
8Ibid. pág 72-73
9Ibid. pág 75



Autor: Juan Post

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