miércoles, 13 de mayo de 2020

Edimburgo, ciudad volvible



Si uno ve en el mapa Edimburgo y lo compara con Copenhague, Dinamarca, verá que casi están en la misma latidud geográfica y, por lo tanto, es como una ciudad nórdica o escandinava. Esto explica el clima de Edimburgo, que puede llegar a ser muy frío en invierno; a veces con nevadas espantosas, como la del invierno de 2018. Sin embargo, en verano la ciudad se transforma, no solo por la llegada del sol, sino también por la llegada de cientos de miles de turistas que abarrotan la ciudad. En medio de las estaciones, la primavera es la antesala de la temporada estival, y en la que cada día vemos cómo se incrementan las horas de sol. Día tras día los sunny days adornan la ciudad, ya de por sí es bonita por naturaleza. Estos días muy soleados de verano ocurren debido a que estamos muy al norte y el sol se vuelve loco, pues llega a amanecer a las 4 AM y anochecer a las 10:30 PM. Terminado el verano, el otoño se presenta efímero y ventoso, con una hojarasca típica de esta estación y que se deja ver en las calles y paisajes de Escocia. Prueba de ello se puede ver en los hashtags de #AutumnScotland, donde los amantes de las fotos y de los selfies inundan Instagram y otras redes sociales.

He querido empezar hablando de Edimburgo por su situación geográfica y su clima, como prólogo de este recorrido por esa hermosa ciudad, ya que es lo común cuando hablas con alguien acerca de la capital escocesa. Recuerdo que, una vez, hablando con una señora mayor irlandesa en Kensington, Londres, lo primero que me dijo cuando le comenté que estuve viviendo en Edimburgo fue que “Edinburgh is a wonderful and beautiful city in summer, but Scotland in general has very bad weather”. Justificó su comentario contándome que su hija vivía en Dublín y que Irlanda tiene tan mal clima como Escocia. Todo ello con un tono agradable. Aquella mañana teníamos un sol precioso de abril en Kensington. Incluso me sobraba la chaqueta, así que iba en camisa, mientras que en Edimburgo, seguramente, hubiese estado más abrigadito. He ahí la diferencia de climas entre Londres y Edimburgo. Considero que Londres tiene un clima más centroeuropeo, como Gijón o Bruselas y que Edimburgo y Escocia en su conjunto dan la impresión de ser un país escandinavo.

El clima de Escocia es un tema recurrente entre los que no viven allí. Yo tuve la oportunidad de vivir en dicho país y la verdad es que uno termina acostumbrándose al frío escocés. Las nevadas no ocurren siempre. Hay años dónde no cae un copo de nieve. Pero otros años sí nieva y bien nevado. Luego el buen tiempo empieza a partir de abril/mayo hasta octubre. El clima es una rutina a la que uno de termina acostumbrándose ya sea por la adaptación al lugar o por simplemente apreciar ese contraste tan marcado entre el invierno y el verano. 

Habiendo dado cuenta someramente de parte de la tierra escocesa y su clima, pasemos a hablar ahora de su gente. La sociedad en su conjunto, como en la mayoría de los países occidentales (incluído Perú), presenta marcadas diferencias sociales. Se nota en los barrios con alto poder adquisitivo como Marchmont y barrios con bajo o medio poder adquisitivo como Granton. Otra cosa que me llamó la atención, en este mismo sentido, fueron ver los parques privados, con llave solo para los residentes de algunos barrios acomodados de Edimburgo. En el precioso barrio de la New Town hay varios de estos recintos privados. Huelga decir que, por supuesto, la ciudad también tiene unos parques públicos enormes y de primer nivel. Pero es chocante ver esos parques privados en pleno siglo XXI. Me recuerdan a las novelas de Dickens.

Vamos avanzando: hemos hablado de clima y gente. Ahora hablemos de gente no autóctona o inmigrantes. Los hay a patadas, de todos los colores y creencias. En Edimburgo y Escocia abunda el inmigrante europeo de todo nivel sociocultural. Los inmigrantes descendientes de las excolonias británicas de ultramar, excepto indios y pakistaníes, no son tan numerosos. Cosa que en Londres difiere: los inmigrantes de las excolonias son tan numerosos o quizás más que los inmigrantes europeos.

Pese a que Escocia es un territorio con cierta autonomía y que sus habitantes se sientan Scottish, lo cierto es que son parte de una realidad política llamada Reino Unido. Esto se ve en la unidad racial de todo el país: un escocés racialmente es igual a un inglés o un galés. Incluso a un irlandés de etnia celta. Si uno hace un rápido resumen histórico-genético del Reino Unido, verá que recibió poblaciones celtas, romanas, anglosajonas, escandinavas y franconormandas. Esto se ve en los rasgos fenotípicos de su población. También en sus apellidos, donde están mezclados a lo largo del país. A ello habría que sumarle el componente del idioma inglés donde es aplastantemente mayoritario, excepto unos minoritarios reductos de lengua celta hablados en Gales, en el occidente de Escocia y algunas islas entre Reino Unido e Irlanda. Asimismo la religión cristiana protestante, aunque ya no tenga un peso cultural como antes, ha sido un factor determinante a la hora de formar la idiosincrasia de los pueblos británicos en el país.

Ahora quisiera adentrarme en el paisaje urbano de Edimburgo. Y para empezar este apartado, no me puedo resistir a hablar del tema parques. Edimburgo tiene parques por todas partes, pero son tres y son públicos los que me tuvieron fascinados: Meadows, Holyrood y el Inverleith.

El parque de Meadows tiene la particularidad de estar al lado de la Universidad de Edimburgo y de la parte antigua de la ciudad, los cuales no son un detalle menor. Incluso en algunos tramos parece que forma parte el recinto universitario porque algunas de sus facultades se confunden entre lo verde del parque y el paisaje urbano. Digamos que son como un organismo que vive uno dentro del otro y viceversa. Meadows está lleno de vida y gente, sea la estación que sea. Aptísimo para dar paseos o salir a correr. Te sientes tan relajado en ese espacio verde que es como renovarte. Es encantador incluso con nieve. Recuerdo la tremenda nevada que cayó en 2018 en la ciudad y Meadows estaba blanquísima y bella. Y ya en verano todo es espectacular: hay conciertos y otras actividades para entretener a los universitarios y vecinos y turistas. El picnic, que es una institución en el Reino Unido, llega a sus máximas cotas en Meadows. Todo muy limpio antes y después. Las guarrerías están muy mal vistas en este y todos los espacios públicos.

Los alrededores de Meadows son ideales para vivir y trabajar. Está tan cerca al centro que lo tienes todo a mano. El vecindario en los alrededores de Meadows es acogedor y la gente suele ser agradable. 

El parque de Holyrood está también en una ubicación histórica y política de la ciudad: muy cerca de la emblemática calle Royal Mile, que empieza en el palacio de Holyrood y termina en el castillo de Edimburgo. El parque de Holyrood también está al lado del Parlamento escocés y del famoso monte Arthur Seat.

El otro parque que no puedo dejar de mencionar es el Inverleith. Este está un poco más alejado del centro y del casco antiguo, pero no tanto. Está en el barrio posh y agradable de Stockbridge.

Inverleith Park es hermoso por donde se le miré. Incluso tiene un pequeño lago artificial que decora bien el parque. También es súper apto para dar paseítos e ir a correr. Es enorme, como Meadows. Muy cerca del Inverleith Park, los domingos, hay un mercadillo callejero llamado Stockbridge street market, en el cual se lo pasa uno bien comiendo, comprando o viendo los variopintos productos que allí se ofrecen.

Entre Meadows e Inverleith no hay mucha distancia que los separe. Si hace buen día incluso se puede ir caminando, pero si la pereza les embarga se puede coger los buses de la ciudad y, por poco dinero, puedes estar en uno de los parques en cuestión de minutos.

Por cierto, el sistema de buses de la ciudad es uno de los mejores que he tenido la oportunidad de conocer. Tanto para moverte dentro de la ciudad como para ir a las afueras es cómodo y con precios razonables.

Después de haberse tomado un tiempo de relajación en los dos principales parques edimburgueses llega la hora de la acción, de patearse la ciudad, conocer sus monumentos históricos y lugares de interés.

Lo primero es ubicarse[1]. La columna vertebral de la ciudad es una calle llamada Princess Street. No es muy larga (serán unas diez calles aproximadamente), pero su importancia es destacable. A un lado de esta calle está la parte comercial, del tipo la Gran Vía de Madrid o la avenida Larco en Lima. Al otro lado de la calle está el hermoso parque Princess Street Gardens, donde hay una preciosa y remodelada fuente.

Al empezar Princess Street está el famoso castillo de Edimburgo, el cual todo visitante o residente de la ciudad debe conocer porque gran parte de la historia de Escocia se forjó allí, ya que fue residencia de los reyes escoceses. Así como la catedral de Oviedo, que se erige imponente y se ve desde muchas partes de la ciudad, ocurre lo mismo con el castillo de Edimburgo. La entrada está en otra calle emblemática llamada Royal Mile, la cual es la más turística de la ciudad.

Lo raro para un iberoamericano es que no hay plaza principal del Ayuntamiento o Municipal, como ocurre en muchas ciudades de España y Latinoamérica. El Ayuntamiento de Edimburgo o Council está en la Royal Mile, pero su presencia es casi imperceptible. Además tiene repartida por la ciudad sus dependencias. ¿Qué les costaba hacer a los británicos una plaza o Main Square con su Ayuntamiento como Dios manda? Nada, cosa de británicos…

Hay que agregar que Edimburgo no es la ciudad luz parisina ni la glamurosa Viena. Edimburgo tiene personalidad propia; una personalidad elegante y algo oscura, pero no del tipo de oscuridad de mal rollo sino de una larga historia, puede que por el paso (y peso) del tiempo. Por ello es mágica. En una encuesta, hace unos años, el gobierno autonómico escocés instó a sus ciudadanos a votar para escoger el animal que represente a la región. Ganó el unicornio. Sí, no es broma, el unicornio es el animal que representa a Escocia. Y se preguntarán como yo cuando me enteré, ¿por qué eligieron un animal de la fantasía? La respuesta es que así son los escoceses: una mezcla de bromistas y supersticiosos.

En realidad, Edimburgo es como un enorme parque temático. Por algo fue la ciudad de inspiración para que la escritora J.K. Rowling creara su saga de Harry Potter. Los edificios oscuros, los cementerios y todo el ambiente en general de Edimburgo es como estar dentro de un cuento de Edgar Allan Poe, si le echan un poco de imaginación (pero no tanto como imaginar a los cuervos diciendo nevermore). Y es por esa razón por la que muchos turistas vienen a Edimburgo y porque es la puerta de entrada al resto de la región de las Highlands.

La oferta de museos de Edimburgo es variada e interesante. Pero antes de hablar del resto de Escocia, y dejar Edimburgo, he de destacar la playa más relevante de la ciudad: Portobello. De agua siempre fría, pero que en verano siempre está llena de gente. Lo curioso de Portobello es que es una playa que no da al mar sino a un estuario, el Forth.

Escocia es un territorio enorme y poco poblado. Gran parte de su población se concentra en Edimburgo y Glasgow. La zona de las Highlands fue donde se concentraban los antiguos clanes escoceses, que era su forma de administrase y gobernarse hasta antes de la unión con Inglaterra. A mí personalmente me dio la impresión de regresar al medioevo o esos cuentos antiguos tipo Robin Hood. Hay tantísimas colinas pequeñas, suaves y verdes que entiendes por qué en Escocia se inventó el deporte del golf. ¿Qué más se podía hacer ahí que pegarle a una pelotita con un palo y embocar en un un agujero?

Otra de las instituciones escocesas es el whisky. En todo el territorio hay muchísimas destilerías de whisky. Los escoceses tienen fama de bebedores y comedores de haggis en el resto del estado británico. Este haggis tiene un sabor riquísimo, pero el hecho de saber que está hecho de una mezcla de pulmón de oveja hace que lo coma de muy en vez en cuando. Pero si no se come haggis por lo menos una vez es como si no hubieses estado en Escocia. También hay haggis vegano. No obstante, yo prefiero el Scottish lamb, de carne y una salsa especial; una verdadera delicia escocesa.

Para concluir, habrá que terminar con un final feliz: Escocia es entrañable, se te mete en la sangre. Una vez que has vivido allí es imposible sacártela de tu memoria.

Especialmente si te gusta la literatura es la ciudad ideal ya que además cuenta con una numerosa y nutrida red de bibliotecas públicas, así como también de librerías. Estando en Edimburgo entiendes por qué surgieron genios como Stevenson o Walter Scott en esa tierra. Y sí, tienen razón los que dicen que Edimburgo es una ciudad literaria: la ficción es palpable en cada calle de la capital escocesa.

A Edimburgo nunca le dices adiós, sino siempre hasta luego. Es una ciudad volvible; es decir, a la que puedes venir cuando te apetezca.


Juan Post

Mayo de 2020


[1]  Nótese  que  se  empezó  la  descripción  urbana  de  Edimburgo  por  los  parques  y  no  por  la  arteria  principal  Princess  Street  dándole  una  preponderancia  a  lo  psicologista o  fenoménico  que  a  lo  científico.

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